Una reflexión sobre la Lealtad, por Hugo Lastra

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La lealtad radica en el líder, en el que es leal con la idea porque lo que propone lo cumple.
Quienes militamos desde hace tantos años somos eso.

Militantes leales a la Doctrina.
Somos leales al concepto y consecuentes con la filosofía del Justicialismo.
Somos leales al Pueblo, más allá de la tarea que tengamos que realizar.
En estas hora he pensado mucho en la lealtad, el mayor valor que los peronistas podemos y debemos demostrar desde aquel 17 de octubre de 1945.
Porque, como bien lo define el historiador José María Rosas, “nadie preparó el 17 de octubre, nadie lo ordenó, nadie lo planificó; fue espontáneo, nadie lo hizo porque lo hicieron todos. Fue ese ser anónimo que es Pueblo, que se mueve por emociones y no por razonamiento ni consecuencias. Que pocos estudiosos de sociología consiguen explicar y muy pocos actores de la política atinan a interpretar”.
Es que ese día y para los tiempos de los tiempos, nacía también el más fabuloso amor entre un Líder y su gente.

También entre Evita y “sus descamisados”.
Ya lo decía el propio Perón en esa noche fundacional para la política nacional y popular: “que sea ésta unión eterna e infinita para que este pueblo crezca en esa unidad”.
Y agregaba: “amar a la Patria no es amar a sus campos y a sus casas, sino amar a nuestros hermanos”.
Hoy, después de haber comprobado nuevamente en mi experiencia cercana la enorme satisfacción que genera actuar con lealtad y compromiso militante, escucho la voz del líder que deja caer la noche desde los balcones que guiaran los mejores años de la Patria sublevada: “Los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos ni
respetados por sus semejantes”.
“Y yo aspiro a ser querido y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo”.
Perón y su sabiduría.
Nosotros y la Lealtad.

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