El establecimiento funciona en el mismo edificio de la escuela primaria Nº 14 y, hasta hace poco tiempo, gozaba de muy buena reputación.

Sin embargo, desde el 2012 se han sucedido una serie de hechos que involucran a grupos de alumnos no muy numerosos, que impiden el normal desempeño de las actividades pedagógicas.

Si bien no es la totalidad de los casos, la mayoría de estos hechos son protagonizados por estudiantes varias veces repitentes, que poco caso hacen a los llamados de atención de los docentes y directivos. Estos chicos ocupan casi todo su tiempo en molestar a los demás en acciones que podrían calificarse como ‘menores’ o ‘poco trascendentes’, pero que en ocasiones pueden llegar a agresiones.

Ayer, por ejemplo, un estudiante golpeó con un adoquín en la cabeza a otro cuando intentaban arreglar diferencias, en un recreo. Hace pocos días fue brutalmente agredido otro chico en la puerta de la escuela, por otro grupo de adolescentes.

El programa que tiene como objetivo la inclusión de todos los chicos en los establecimientos educativos sería excelente si las escuelas contasen con equipos pedagógicos y psicológicos adecuados.

Tal como está planteado ahora, los alumnos repitentes son ‘metidos prácticamente a la fuerza’ en las aulas, con escasa o nula contención profesional. El plan de los directivos es que estén dentro del colegio, como sea.

Es por ello que los problemas de aprendizaje o adaptación a las aulas hacen que dichos alumnos dediquen sus horas a impedir que sus compañeros aprendan. Es más, molestan y hasta desafían a los profesores.

“Por incluir a 4 o 5 se excluye a un curso entero”, escribió en su renuncia una de las docentes que se cansó de aguantar que las autoridades del establecimiento no actuaran debidamente.

Eso sí…los chicos están en la escuela, como sea, y eso cuenta para las estadísticas del gobierno.