El coronavirus y el primer año de Arabela

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¿Qué queda de este año tan pasivo? Apenas unos días y se va este complejo, difícil, fatídico, encerrado y detenido 2020, en el que más de una gestión en la Argentina disimuló impericias o tardíos acomodamientos en un contexto de emergencia médica, sanitaria y social.
Río Negro estuvo sumergida en una cantidad de casos que estuvo muy cerca del caos y recién sobre el octavo mes comenzó un descenso en la cantidad diaria de contagiados que aliviaron los hospitales.
La situación atravesada generó dificultades sanitarias y también políticas. Hubo fuertes cuestionamientos a cómo se había manejado la Provincia en torno a la pandemia. Pero durante meses el eje central de todo y en todo el mundo fue el coronavirus, acaso es un dato que no deberíamos perder de vista para cuando hagamos una revisión histórica de la pandemia. Fueron meses de acciones dedicadas solamente a paliar la crisis mundial desatada por esta enfermedad que todavía no se fue.
Ese contexto encontró recién asumida a Arabela Carreras, la primera gobernadora mujer de la historia de Río Negro. Llegó con un partido fuerte que le permitió ganar con holgura al cuco político del momento: el peronista Martín Soria.
Pero el poder político en la Argentina está construido también con personalismo, para bien o para mal y en su primer año de gestión a Carreras ese peso de los personalismos la perjudicó, no porque no pueda tenerlo sino porque su postulación había sido construida a último momento y además debía suceder a Alberto Weretilneck, que hizo gala del personalismo a tal punto que cuando le impidieron ser candidato nuevamente para la gobernación echó mano él mismo y eligió a quien nadie esperaba que en ese momento pudiera ser su sucesora.
Carreras cometió errores de entrada, algunos de ellos no forzados y también hay que decir que se la criticó mucho más que si en la misma situación se hubiese criticado a un gobernador varón. Porque la distinción negativa del género se hace y se nota, porque existe tal discriminación. Si hasta de los cortes de pelo que ha tenido se ha hablado de la gobernadora rionegrina. Reiteramos, también existieron errores propios.
Curiosamente con el coronavirus en el peor momento la vida social y política comenzó a afrontar una realidad que ensayaba un acostumbramiento. Nos adentramos en la denominada “nueva normalidad”. Así empezó una apertura de temas sobre economía, política y otros temas domésticos. Los empleados públicos volvían a sus puestos y se iniciaba una flexibilidad en los comercios. El Estado, en todos sus niveles, mostraba signos de debilidad y necesitaba recaudar.
La educación fue un tema, ya que no hubo clases en prácticamente todo el ciclo lectivo. Nadie puede asegurar que las clases virtuales hayan reemplazado de igual manera a la actividad áulica. Pero así cerró el año y el 2021 empezará de una forma muy parecida, con actividad semipresencial, pero con muchos cuidados.
Arrancó el turismo y Río Negro es turística por excelencia. Pero apenas arrancada la temporada la cantidad de casos comenzaron a multiplicarse en varias localidades, pero especialmente en las dos más representativas de esa actividad: Bariloche y Las Grutas. La consideración gubernamental prefiere ir paso a paso y no hacer una proyección o una evaluación de la temporada cuando todavía resta saber cómo será la respuesta del contexto Covid en las fiestas de Navidad y Año Nuevo.
En definitiva, Río Negro atraviesa un momento incierto respecto del coronavirus, pues cuando parecía que la curva bajaba volvió a subir y ahora el turismo genera temor, pero por el momento no habrá decisión de cierre o algo parecido a la fase 1.
La llegada de la vacuna genera expectativa, falta resolver cuánto tardará realmente en llegar y cómo será el operativo en Río Negro.



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