El día después de mañana

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Una semana candente. El desalojo en Villa Mascardi generó mucho revuelo, con los medios “nacionales” criminalizando a la comunidad mapuche y con la mismísima gobernadora Arabela Carreras tratando de apaciguar una situación y siendo muy maltratada en ese intento de diálogo. Ciertamente hay heridas abiertas que no cierran y que se mezclan con otros intereses. Fue tan duro el impacto que un par de días después el propio presidente Alberto Fernández recibió en Buenos Aires a la mandataria rionegrina en pos de un apoyo institucional necesario.

Independientemente de si la pretensión dialoguista de la Gobernadora estuvo desacertada o si hubo errores en la seguridad que la acompaña, la situación desnudó una soledad preocupante que afronta la mandataria y que pudo lesionar a la institucionalidad rionegrina. La sensación es que Carreras apenas zafó de esa situación cargada de violencia, pero sí hubo algo cierto: nadie salió a apoyar su investidura. Desde el partido del oficialismo hubo incluso algunas críticas, mientras que desde la oposición salieron a cuestionar las políticas que lleva adelante Arabela Carreras. No había lugar para otra cosa que no fuera defender la institucionalidad y parece que el único que se dio cuenta de eso fue el Presidente de la Nación.

Diez meses después de su asunción la Gobernadora afronta un momento de debilidad, que tendrá que revertir si quiere que Río Negro tenga gobernabilidad. También depende de Juntos Somos Río Negro, que por momentos y a juzgar por sus silencios parece más oposición que el Frente de Todos.

La gobernabilidad que hace falta fortalecer y la institucionalidad que se debe defender no es por ni para Arabela Carreras, sino para los 700 mil rionegrinos y rionegrinas que atraviesan momentos de máxima zozobra y padecimiento con el coronavirus, que ya superó los 5 mil contagiados activos y con hospitales llenos y al borde del colapso, con médicos sobrepasados de trabajo, angustiados y con una proyección que es más bien pesimista.

Localidades como Cipolletti y ahora Viedma afrontan su momento más preocupante. No alcanza con salir a buscar a los positivos, ni con las campañas de prevención ni con que los funcionarios dediquen sus mañanas a reenviar flyers por WhatsApp. De hecho parece ser tan insuficiente todo que hasta el intendente viedmense, Pedro Pesatti pidió que fuerzas federales controlen la circulación de gente en las calles como método preventivo.

El municipio de Viedma va a endurecer medidas en pos de conseguir bajar la escalada de contagios y va a adherir a un ASPO (aislamiento social preventivo y obligatorio) con algunas particularidades, según se desprende del pedido que le hizo el intendente, Pedro Pesatti al gobierno provincial. Con fuerzas de seguridad nacionales en las calles habrá un cierre total de la noche, que incluye la circulación en las calles. Al punto de un toque de queda, dicen. Además habrá prohibición total de venta de alcohol a partir de las 20 y también se establecerá una regulación de comercios, especialmente los restaurantes.

Hay otra situación que trae aparejada el coronavirus: el trabajo de los hospitalarios. Los esenciales sanitarios están pidiendo un incremento salarial que hasta el momento el gobierno provincial les ha negado; no obstante, mantienen la lucha y no descartan poner a disposición las diferentes jefaturas de áreas si el Ministerio de Salud sigue con la negativa de darle el incremento.

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