Barajar y volver a dar en la nueva normalidad

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Cuando allá por abril se decía que en septiembre habría una normalidad tal que hasta volverían las clases, nadie imaginó un panorama tan complejo para Río Negro respecto del coronavirus. En este momento el virus logró penetrar con fuerza en el este rionegrino y la preocupación está centrada en la suficiencia de las camas. En Viedma desalientan la circulación en las calles y hasta recomiendan no ir al balneario El Cóndor, dada la gran afluencia y los pocos cuidados que hubo el fin de semana pasado en la villa marítima.

Pero así  como con el resto de las crisis, también –en el contexto general, aclaremos- hemos aprendido a vivir con el coronavirus y, si bien no ha dejado de ser prioridad la denominada “nueva normalidad”, nos ha llevado a una sucesión de hechos que están en el tapete.

La protesta policial ha ganado espacio esta semana a raíz de las acciones que llevan a cabo sectores de la Policía de Río Negro, que exigen una reivindicación salarial  y de condiciones de trabajo, todo eso junto con un diálogo que nunca alguien les dio, pero además con un enojo con sus propios superiores.

Mientras había una marcha y hasta un acampe en varias localidades, el Ejecutivo rionegrino decidió que no era una prioridad ni un conflicto central. El mismo día la gobernadora Carreras recorría un invernadero en el barrio Lavalle promoviendo la política alimentaria rionegrina.

El Gobierno considera que finalmente se desactivarán los focos de conflicto dentro de la fuerza y que, quizá con algunos detalles más, los uniformados aceptarán los casi 10 mil pesos de aumento que les ofrecieron. Y buena parte del problema está allí, en anunciar, en vez de consensuar. Hace rato y con Daniel Jara como jefe la Policía rionegrina, se impone, sin oír al policía de la calle. No solo es la cuestión salarial, también es el sistema de tercia que no permite un descanso adecuado y, además, la escasez adicionales, que suelen ser un complemento al sueldo.

Jara no solo no quiere, tampoco sabe dialogar. El Gobierno eligió mal si quería establecer canales de diálogo con los policías manifestantes. O eligió bien si prefería en realidad no dialogar… o si quería exponer a Jara. Recién sobre el fin de semana y tras tomar las quejas, el Gobierno mandó a deshacer el sistema de tercias y lo cambió por uno más contemplativo con el policía.

El ministro Pérez Estevan se quiere ir, aunque todavía no han logrado la gobernadora y el resto de la dirigencia de Juntos, vislumbrar un nombre que se haga cargo de esa cartera tan sensible y con tantos hechos negativos, que el viedmense ha resistido hasta ahora.

Por acción u omisión algunos funcionarios exponen a la Gobernadora o la asesoran con información que llevan a la gestión a adoptar decisiones sobre las que después ha tenido que dar marcha atrás.

En el resto de la administración hay inquietud y los gremios han ido reclamando sus respectivas negociaciones paritarias. Inicialmente el Gobierno, a través de Economía, convocó a ATE, pero el mismo día decidió llamar a todos los gremios para una reunión el próximo 22. Genera expectativa el porcentaje de aumento que pudiera dar a los diferentes sectores que dependen de la Administración Central. El Poder Judicial y SITRAJUR, en tanto, también irán a paritarias el próximo 17.

Los gremios pedirán por aquellos porcentajes que debieron acordarse durante estos siete meses en que no hubo diálogo oficial salarial y, más allá de algunas discusiones, habrá un acuerdo general.

Tanto el Gobierno nacional como el provincial entienden que la reactivación económica será imperiosa, por eso apelarán a continuar alentando las ayudas, no solo a los sectores donde están las familias más desprotegidas, sino también a otros como el de los comerciantes.

A todo esto, con más de un centenar de casos activos en la ciudad el municipio viedmense extendió el receso, como una manera de prevenir la expansión de contagios de Covid-19; una decisión que se da en un momento en el que la gente empieza a exigir mayores intervenciones de la gestión Pesatti o decisiones sólidas en temas demasiado postergados, como la cuestión de la tierra y la vivienda, el arreglo de calles o la gran cantidad de basura desparramada en la periferia de la capital.

En la nueva normalidad las gestiones municipal y provincial están llamadas a barajar y dar de nuevo con decisiones que resuelvan temas de fondo sin olvidar el contexto de pandemia que nos inunda.

 

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