Por qué ocurren las cosas

Comentar Si en nuestra provincia, desde hace 28 años, no se llevaron adelante políticas educativas inclusivas; si se subejecutaron partidas de programas nacionales destinadas a la actualización de equipamiento escolar; si se distribuyeron a discreción los contratos para mejoramiento de los establecimientos escolares y construcción de nuevos edificios;  si después de haber sufrido quitas salariales y pago de haberes con papelitos pintados, recién en 2011 se logró que los aumentos salariales verdaderamente significativos fueran incorporados al básico; si los trabajadores aún están esperando la capacitación laboral en servicio , pero de calidad; si el docente tuvo que contener, en esa caja de resonancia que es la escuela, solita su alma, las distintas debacles socioeconómicas que nos azotaron; entonces quiere decir que hay que preguntarse las razones de por qué ocurrieron esas cosas. Como Sherlock, pero al revés.
Y las razones tienen que ver con que los diferentes responsables de la Educación Pública en Río Negro, que a lo largo de todos esos años fueron Presidente del Consejo o Ministro de Educación, lejos estuvieron del aula y de la tiza. La convicción de que la educación es un servicio y no un derecho allanó el camino para la designación de funcionarios obsecuentes y de tecnócratas subsumidos por el gobernante de turno. Ni uno ni el otro caminaron las escuelas, ni recorrieron nuestra geografía para conocer la realidad de cada rincón de la provincia, ni mucho menos llevaron adelante un proyecto educativo igualitario. Ahí está el intruso que busca Sherlock Holmes: la educación no fue conducida por un educador con una concepción del hecho educativo que trascienda lo meramente escolar para fundirse con lo social. Los rionegrinos marcaron contundentemente la necesidad de un cambio.
La escuela reproduce el sistema social en el que está inmersa, y es indudable que nuestro país desde 2003  ha apostado a la educación pública tanto cualitativa como cuantitativamente, y nuestra provincia no puede permanecer al margen de ese cambio de paradigma.  El rol de conducción de la Educación en Río Negro debe desempeñarlo quien haya ayudado a forjar el proyecto nacional y popular que en la provincia se reclamó el 23 de septiembre.
Por eso Compañero Marcelo Mango, desde la Agrupación Celeste de la UN.T.E.R. de Viedma, apoyamos sin reticencias tu designación como Ministro de Educación de Río Negro, porque sos maestro,  tenés la capacidad, el compromiso ideológico, el tesón y la tozudez de los que saben que la Educación es un Derecho Social y no un servicio.
Las cosas comenzarán a ocurrir y Sherlock Holmes tendrá el misterio resuelto.
AGRUPACIÓN CELESTE Un.T.E.R. VIEDMA

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