"La Ruta 22, una ofensa a los rionegrinos"

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Decenas de muertos y heridos en trágicos accidentes,  una ruta cuya construcción sigue sufriendo interminables demoras generando múltiples  inconvenientes, un tercer puente que debió construirse con el peaje del segundo puente, que ahora tiene un nuevo pronóstico de terminación para abril del próximo año, son solo algunas partes del relato que ha acompañado durante estos años  la interminable desidia, olvido y corrupción  de una obra de vital importancia para la región.

La ruta de los barrilitos, con sus consecuentes accidentes, sigue siendo el paisaje de la 22 sin que se escuchen  explicaciones serias, (y obligatorias por ley), sobre la terminación de las obras que le permitan a la región un complejo vial adecuado y estratégico a su crecimiento poblacional, económico, comercial e industrial.

Pocas han sido las voces oficiales, reclamando la continuidad de las obras, como si hubiera algún pacto de silencio que las acallara,  aún  sabiendo que este atraso se lleva vidas, pérdidas millonarias y deudas con sus habitantes hartados de mentiras y desinterés .Más de 50.000 mil vehículos por día cruzan el río, según lo señalara la propia presidente de la Nación en oportunidad de la teleconferencia con que se inaugurara el recorrido del tren entre Cipolletti y Neuquén.

Interminables horas de espera en una y otra ciudad para el cruce de los dos puentes existentes, protestas sectoriales algunas con reclamos justos y otras rayando en lo absurdo, completan  el panorama, que enoja cotidianamente a quienes  transitan regularmente por ambos puentes.

Hasta las viejas cabinas de peaje hoy vacías e  inútiles,  parecen hacerles pito catalán a quienes deben esquivarlas diariamente, sin que Vialidad Nacional, aparentemente habitada por fantasmas, dado el silencio y la inacción de quienes moran en las delegaciones regionales, atine a dar alguna explicación.

Río Negro y Neuquén aportaron y aportarán recursos imprescindibles para el estado Nacional, con presas  hidroeléctricas  recursos naturales invalorables,  producción primaria y extractiva,  gas y petróleo ,pesca, turismo y ganadería.  

Tener rutas en condiciones, seguras y transitables no debe ser un reclamo a quienes tienen el poder decisorio, en un país cada día menos  federal, sino un mandato de toda una región condenada al olvido, con su interminable rosario  de vidas tronchadas sin que nadie pague el costo por ellas y solo quede el dolor y  la resignación  de sus familiares.
 

 

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