El sábado, hasta bien avanzada la noche (pasadas las 23 horas), familiares de la gran mayoría de los damnificados permanecían en el lugar observando consternados lo sucedido y sin poder creerlo. Aguardaban pacientemente que la policía local y del gabinete de criminalística terminara con  las pericias para poder, al menos, ordenar las cosas que habían quedado sanas.

El hecho ocurrió entre las primeras horas del sábado y la media tarde de ese mismo día, tal lo que se pudo establecer a partir de los dichos de quienes visitaron el lugar en esa jornada que se presentó lluviosa e inestable durante gran parte de su transcurrir.

No hubo sector que quedara a salvo. Recorrieron minuciosamente todo el cementerio y fueron apedreando cuanto vidrio hallaban a su paso sin distinguir familias, razas, credos, ni ideologías políticas, por lo que se cree que no fue algo pre conceptuado por los autores desde algún posicionamiento particular sino que arrazaron con  lo que iban encontrando a su paso.

Los vidrios fueron el blanco elegido por las piedras y ladrillos de los inescrupulosos. Pero no fueron lo único. Varios adornos a su alcance – sobre todo los que ornamentan nichos donde descansan niños – fueron destrozados haciéndolos añicos contra el piso.

En otros casos, se limitaron a forzar las aberturas de nichos pero nada se llevaron, lo que descarta además que el interés de tanto daño hubiera sido el de robar placas de bronce, como se había especulado en un principio.

Todas las miradas apuntan a adolescentes. Sin embargo, algunas voces sindican como autores a jóvenes, algunos de ellos incluso mayores de 18 años, a quienes se los suele ver merodeando el lugar y utilizándolo como “aguantadero” para despuntar su vicio por las drogas, teoría incluso sostenida por alguno de los funcionarios municipales que se acercaron al cementerio para observar personalmente los daños.

FUENTE: 7enpunto