Por Soledad Bernardi *
En la Argentina, y
también en Río Negro, la educación hace tiempo dejó de ser una prioridad real.
Aunque se la menciona en cada discurso de campaña, los datos, las aulas
cerradas y los resultados de aprendizaje cuentan otra historia: una de
retroceso, deserción silenciosa y falta de decisiones sostenidas.
En los últimos
años, más de 100 organizaciones de todo el país —entre ellas Argentinos por la
Educación— reclamaron a los dirigentes políticos que prioricen la educación en sus plataformas electorales, con
políticas públicas sostenidas, basadas en evidencia y orientadas a mejorar la
comprensión lectora y las nociones matemáticas básicas. Porque si nuestros
chicos no comprenden lo que leen no hay ciudadanía plena, ni oportunidades
reales.
Ese reclamo no puede quedar limitado al
escenario nacional. En Río Negro también
necesitamos un pacto educativo que trascienda gobiernos y dé respuestas
concretas, especialmente a los sectores más vulnerables, donde la
desigualdad se multiplica cada vez que una escuela cierra o no enseña lo
esencial
En este contexto, desde el PRO en Río Negro impulsamos una propuesta concreta: declarar a la educación obligatoria como servicio estratégico esencial. Esta no es una consigna ni una provocación gremial: es una decisión política necesaria. Significa que no puede haber más escuelas cerradas sea por pocos días o por tiempo indeterminado, que debe garantizarse una atención mínima en cada institución para asegurar la apertura y el servicio de alimentación escolar, incluso ante medidas de fuerza.
Como plantearon varios dirigentes tanto
nacionales como provinciales: “La
educación tiene que tener el mismo estatus que la salud. No puede interrumpirse
nunca.” Proteger el aula no deslegitima los reclamos docentes, sino que
reconoce una prioridad que debe estar por encima de los conflictos
coyunturales.
Defender esta política no es abrazar la
rigidez: es entender que la continuidad
educativa es condición básica para la igualdad de oportunidades. Si
queremos que los chicos aprendan, estén contenidos, alimentados y cuidados, las
escuelas tienen que estar abiertas. Siempre.
La discusión educativa no puede quedar
sólo en declaraciones de principios. Necesitamos políticas públicas diseñadas
con seriedad, con evaluación, con evidencia. Hace años, desde el PRO en Río
Negro impulsamos propuestas para mejorar la calidad educativa: más
presencialidad, más evaluación docente, una formación inicial desideologizada y
basada en prácticas reales, y una recuperación del foco en los contenidos
fundamentales.
Un ejemplo concreto: el programa Queremos Aprender, implementado en
Mendoza con el impulso de su creadora la Dra. Ana María Borzone (Doctora en Filosofía y Letras por la
Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora principal del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas CONICET), logró mejoras
sostenidas en comprensión y fluidez lectora. Su enfoque se basa en ciencia
cognitiva, psicolingüística y neurociencia, y apunta a reducir el fracaso
escolar desde las primeras etapas. Está
comprobado: cuando hay planificación, continuidad y formación docente adecuada,
los resultados llegan.
Queremos que este modelo forme parte de una reforma educativa profunda en Río Negro, con presupuesto, voluntad política y visión de futuro. Pero también sabemos que no hay transformación posible sin revisar con honestidad los institutos de formación docente. Hoy muchos de ellos funcionan más como espacios de construcción ideológica que como lugares de preparación profesional.
Como expresó Paola Delbosco, presidenta de
la Academia Nacional de Educación:
“Adoctrinar es restringir la realidad a una sola visión. La educación debe recuperar su rol: formar personas libres, capaces de pensar, no de repetir consignas.”
Coincido. Formar docentes con libertad, herramientas y pensamiento crítico es tan importante como garantizar días de clase. Docente bien formado = estudiante que progresa.
Declarar la educación esencial es una señal
Sí, declarar a la educación como servicio esencial es una medida legal. Pero, sobre todo, es una señal política y cultural: que el derecho a aprender se pone por delante. Que la escuela es un lugar de ciudadanía, de convivencia y de futuro. Como docente, como mamá y como promotora del cambio educativo en Río Negro, estoy convencida de que este es el paso que debemos dar. Y no solo en los papeles: en la práctica, en cada escuela, en cada aula. Si realmente queremos una provincia distinta, tenemos que empezar por lo más básico: que las escuelas estén abiertas, que los docentes estén preparados y que los chicos aprendan.
*Profesora de secundaria. Miembro del
Consejo Directivo PRO Río Negro. Promotora del cambio educativo.

1 diciembre 2025
Opinion