El lunes 18 de marzo
el Parlamento del Mercosur tuvo una insólita y vergonzante sesión
ordinaria como consecuencia del accionar del parlamentario argentino
y actual presidente, Alfredo Olmedo.
Durante el año 2024 la presidencia pro tempore le toca a Argentina. Si bien el bloque peronista de Unión por la Patria es la bancada mayoritaria con 20 parlamentarios sobre los 43 argentinos y La Libertad Avanza, el partido del gobierno de Javier Milei sólo cuenta con 13; por una tradición argentina de respetar que el partido de gobierno presida los parlamentos, se le cedió la presidencia a La Libertad Avanza que eligió al parlamentario Olmedo.
Olmedo, oriundo de la provincia del norte argentino de Salta, fue diputado nacional y se hizo conocido por tener posturas muy conservadoras en los debates de avance de derechos personalísimos durante los últimos años en el Congreso argentino. La pésima gestión de Olmedo no se trata de un conflicto ideológico. Desde que asumió se extralimitó y abusó de sus facultades, cambiando la conformación de las comisiones permanentes y delegaciones externas a discreción, apartándose de los consensos que la delegación argentina había alcanzado entre todas las fuerzas políticas. Las delegaciones de los otros Estados parte del Parlamento del Mercosur también vienen mostrando disconformidad por el trato hacia los funcionarios del parlamento, que por ser un parlamento de integración prima la diplomacia y la cordialidad que se vieron asaltadas con la llegada de Olmedo.
A este escenario se suman dos irregularidades de mayor gravedad que desataron el escándalo de la sesión de la discordia. Se securitizó el recinto restringiendo el acceso de asesores y público en general con seguridad privada y se quitaron los micrófonos de las bancas, lo que generó la indignación y rechazo de los parlamentarios de todos los Estados parte de todas las extracciones políticas.
Ante todo este cúmulo de irregularidades, la delegación argentina presentó una moción para reemplazarlo ya que es una decisión soberana de cada Estado parte, pero con maniobras dilatorias logró estirar la discusión y hacer caer la sesión. La moción argentina fue rubricada por 31 parlamentarios de todos los espacios políticos (La Libertad Avanza, Unión por la Patria, Juntos por el Cambio y Hacemos por Nuestro País) constituyendo una mayoría agravada de 2/3 del total de la delegación. La mayoría de los parlamentarios brasileños, uruguayos y paraguayos exigían al presidente y al Secretario Parlamentario, el paraguayo Edgar Lugo, que se permita votar a la delegación argentina para continuar con la sesión, pero nunca cedieron. En la sesión del lunes 18 de marzo del Parlasur nunca se habilitó la votación requerida por el pleno.
El único apoyo que cosechó Olmedo en el pleno fue del vicepresidente por Uruguay, Mario Colman quien descalificó la mayoría argentina adjetivándola de “mayoría circunstancial”, -como si en política y en democracia existieran mayorías eternas-. Colman, diputado del Partido Nacional, en absoluta soledad, dado que sus compatriotas del Frente Amplio y del Partido Colorado entendían que debía votarse la moción argentina, blindó a Olmedo generando un antecedente de intromisión en los asuntos internos de otra delegación.
La situación es de una crisis institucional sin precedentes en el Parlasur y Olmedo, sin tener el respaldo de la delegación argentina, se atrincheró en el cargo. Es importante aclarar que las rotaciones de las presidencias son comunes. Sin ir más lejos, el año pasado Uruguay, país que tenía la presidencia pro tempore entonces, sustituyó tres veces al presidente. La presidencia del Parlamento del Mercosur no es un título personal ganado, sino que es inherente al Estado parte y las decisiones sobre quien la ejerce siempre han sido soberanas en pos de mantener la concordia del proceso de integración.
29 septiembre 2024
Opinion