Estamos a tiempo de evitar un desastre

Nota de Opinión *

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Ganó las elecciones un tipo que dice, sin tapujos, que va a luchar contra la “atrocidad” que representa la frase de Evita “donde hay una necesidad nace un derecho” y que agrega, a los gritos, ante el aplauso generalizado, que esa expresión nace de “otra aberración como es la justicia social”.

Lo votaron estudiantes, trabajadores, amas de casa, gente enojada con los partidos tradicionales que -aseguran- no les han dado respuesta a sus demandas, por lo que confían en que este personaje caricaturesco resuelva sus problemas.

Escribió hoy Luis Bruchstein que "algunos ven el voto a Milei como una actitud ideológica: la bronca montada sobre los instintos más regresivos, el sálvese quien pueda, la discriminación y el patriarcado machista, la meritocracia, la antipolítica, el antisindicalismo y el autoritarismo represivo. Seguramente es así en un sector minoritario de esa base electoral.

Para la gran mayoría Milei representa hartazgo y frustración. La carga ideológica ultraderechista y prodictadura de este ex asesor del genocida Antonio Domingo Bussi, es un detalle que no interesa. Un candidato de estas características surge de una situación económica mala, de situaciones críticas de meses de encierro con la pandemia, sumado al golpe exasperante y permanente de la inflación.

Esa base electoral siente que dentro del sistema político conformado por los partidos no hay salida. Ha votado seguramente por todos ellos, sobre todo al peronismo, y siente que la defraudaron. Y ve que Milei es el único que está dispuesto a patear el tablero. Resulta extraña la similitud de este cuadro con el que se creaba antes de los golpes militares en otras épocas.

Después los golpes militares se llevaban puesto el sistema democrático pero nunca solucionaron nada y, en contrapartida, empeoraron la vida de los argentinos: carestía, deuda, desempleo y demás".

No es la primera vez que los argentinos nos damos un tiro en los pies al expresarnos en las urnas o en las calles. Recuerdo, hace 41 años, cuando miles salieron a la plaza a respaldar al asesino que anunciaba que mandaba a los pibes a morir a Malvinas y aplaudía a rabiar a los mismos que desaparecían, exiliaban, perseguían, torturaban y cercenaban los derechos de su pueblo.

En el 95, el mismo que en sus primeros 6 años de mandato había violado el compromiso con sus votantes uniéndose a la UCD, privatizando las empresas públicas y destruyendo las fuentes laborales de millones de argentinos, el que provocó la casi desaparición de Sierra Grande, Cutral Co, Plaza Huincul y tantos pueblos más de todo el país, el que sumió en la pobreza a miles y miles de trabajadores, el que andaba en Ferrari y nos endeudaba con el Fondo, ése mismo, ganó su reelección por amplia mayoría.

No es cierto que el pueblo nunca se equivoca, pero sí es cierto que cuando lo hace es también por acción u omisión de sus dirigentes. Ahora, estamos a tiempo de evitarlo. Hay 60 días para pensar cómo eludimos este desastre. Pero ojo, que no nos vendan espejitos de colores. A ver si nos hacen creer que Bullrich representa la alternativa, el mal menor, frente a este desquiciado que puede estrolar el país contra la pared.

“La Piba” y los suyos son lo mismo, o peores, aparentando un leve grado de racionalidad nos proponen recetas similares: ajuste, despidos, flexibilización laboral, privatizaciones, arancelamiento de la salud y la educación, retroceso en los derechos sociales adquiridos y sobre todo, represión, autoritarismo y muerte.

Como dice hoy Mario Wianfeld en Página: “El corrimiento a derecha del electorado, del planeta, la polarización que potencia a la derecha son hechos, acreedores a respeto también. Nada de eso conlleva una suerte de oportunismo matemático para abrazar las banderas de los adversarios. El programa de Bullrich es espantoso e irrealizable en la Argentina sin que medie represión. El de Milei añade la inviabilidad de sus medidas emblema: dolarización, venta de órganos, vouchers para educación. Se le agrega la flaqueza institucional que tendría”.

La única opción es volver a las fuentes. Creer en las banderas que hicieron grande a la Patria: la Justicia Social, la Soberanía Política y la Independencia Económica, adaptadas a los nuevos tiempos, con inclusión, con distribución de la riqueza y sobre todo, entendiendo que por sobre cualquier interés personal o sectorial está la defensa de los derechos de los argentinos y argentinas. No es broma lo que pasó ayer, a muchos nos invade la tristeza por el futuro que estaremos dejándole a nuestros hijos.

Opina Sandra Russo: “Si con algo se corrige este disparate es con política. No con macropolítica, que debe rendir sus frutos arrojando en la micropolítica todo lo posible y más. Se corrige con escucha y con comprensión histórica, que no la estamos teniendo. No comprendemos este país de hoy. Menos desprecio y más entendimiento ayudarían. La suma fija, por la que Cristina viene pidiendo hace dos años, también.

Si la política deja de ser ese abstracto del que habla Milei, si nos decidimos a militar a un candidato que no nos satisface pero que es el único a esta altura que puede estar a la cabeza del campo nacional y popular, si nos tomamos octubre como una misión colectiva, en la que se diluyan las diferencias del panperonismo para hacer escudo, esto se puede frenar.

Pero también hay que ser políticamente incorrectos, en un sentido propositivo que hable menos de nuestros valores y más de la necesidad ajena, que tenga ojos y oídos para los que ni siquiera llegan a la economía social, quizás haya una chance. Y que no pasen, porque si pasan, éste ya no será nuestro país”.

Esperemos que los y las dirigentes estén a la altura de las circunstancias y puedan tomar nota de las demandas del pueblo, para torcer el rumbo y evitar que el país termine como el Titanic.


* Pedro Caram. Periodista.


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