Ese céntrico baldío que iba a ser plaza seca

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El predio fue cedido por el Municipio al Colegio de Arquitectos en comodato. El convenio se firmó en 1993 y se ratificó diez años después. Allí la entidad de profesionales debía construir una plaza seca y dedicarse a la restauración de la Capilla María Auxiliadora. Nada de eso ocurrió.

El espacio está en el peor estado posible: rodeado de basura, con escombros y hasta cadáveres de animales, paredones a punto de derrumbarse y una triste división hecha con una mediasombra maltratada que termina por completar el patético paisaje.

El lugar está tapado por yuyos. Sin embargo, la carencia absoluta de obras en ese sector contrasta con la rápida refacción del espacio que es usado a diario por las autoridades del Colegio como sede, y donde además se construyó un salón de usos múltiples que es alquilado casi semanalmente por la entidad.

Ante la inacción de la entidad, en abril de 2011 los concejales integrantes de la Comisión de Patrimonio Histórico reclamaron porque no se habían realizado las obras previstas en el comodato. “Se han mejorado las instalaciones de las actuales oficinas administrativas, pero toda la parte de adelante de la capilla está sin restaurar”, ratificaba Sánchez, hoy funcionario del Ejecutivo.

En ese momento, Sánchez mencionaba la necesidad de quitarle el lugar al Colegio y recuperarlo para que vuelva a manos del Municipio. Rápidas de reflejos, las autoridades de la entidad manifestaron su deseo de iniciar las obras prometidas en el menor tiempo posible.

Mágicamente, algunas semanas después comenzó el movimiento de obreros en el lugar, pero fue una falsa alarma. Sólo construyó una simple vereda de cemento que duró poco tiempo limpia.

A fines del 2011, el Fiscal Municipal, Luis Sabatella, inspeccionó el lugar y descubrió que nada de lo prometido meses antes se había cumplido. Todo estaba igual de descuidado y sucio. Sólo se había hecho una vereda, se había cortado los yuyos dos o tres veces y se había levantado una improvisada división de mediasombra que duro semanas.

En la actualidad el tema parece no estar en la agenda del gobierno municipal y mucho menos en la del Colegio de Arquitectos. Los profesionales nunca hicieron las obras prometidas y al Municipio parece importarle poco.

El convenio de comodato firmado en 1993 cumplió un año más de incumplimiento. Pero al parecer no es para preocuparse, porque el Colegio tendrá el predio en sus manos durante otras dos décadas. ¿Será tiempo suficiente?

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