En una sorprendente
victoria, Walter Cortés se alzó con la intendencia de Bariloche, dejando atrás
tanto el poder del aparato estatal como el respaldo financiero proporcionado
por la gobernadora Arabela Carreras. Con poco más de 12 mil votos, el veterano
sindicalista, con tres décadas al frente del gremio mercantil, logró obtener
menos del 20% de los sufragios en una elección reñida, en una ciudad que,
apenas un mes atrás, había expresado su apoyo al liberal Javier Milei en las
PASO.
Los resultados oficiales se
hicieron esperar, pero las expresiones en los locales de Juntos Somos Río Negro
daban una pista de lo que vendría con la carga de los primeros datos. Los
informes de los fiscales en los barrios del Alto, donde se concentra la mayoría
de los votantes, señalaban una sólida actuación por parte del sindicalista.
Esto dejaba en evidencia que los recursos estatales destinados a los sectores
más necesitados de la ciudad no habían logrado persuadir a los votantes a favor
de Carreras.
La paradoja surge al
recordar que el mismo electorado, caracterizado por sus dificultades y
carencias, había optado por Milei en las PASO recientes. Esto plantea la
incógnita de si un sindicalista arraigado en su posición durante 30 años
pertenece o no a la misma clase política que genera descontento y enojo en la
población.
Cortés consolidó su poder en
el gremio de empleados de comercio de Bariloche y, como muchos sindicalistas,
tomó decisiones desde su oficina decorada con cuadros de Juan Perón y Eva Duarte.
Sin embargo, su acceso a la intendencia se dio a través del Partido Unión y
Libertad (PUL), que incluía candidatos libertarios que habían respaldado a
Milei semanas atrás.
Además de su larga carrera
en el sindicato, Cortés también fue diputado provincial y aliado de los
gobiernos radicales cuando el radicalismo dominaba en Río Negro. Sus
enfrentamientos históricos con Carlos Soria, quien lo acusó de traición al
movimiento, llegaron a los titulares de los diarios. En una ocasión, durante un
congreso en General Roca, fue agredido y se vio obligado a huir de la
Asociación Española cuando se le negó la participación.
Después, fue expulsado del
PJ y brindó un abierto apoyo a César Barbeito en 2011, cuando el líder de El
Bolsón intentaba mantener la supremacía radical después de una mala gestión de
Miguel Saiz, que en ese momento estaba aliado al kirchnerismo. Barbeito se
enfrentó a la fórmula Soria-Alberto Weretilneck, que finalmente ganó las
elecciones.
Poco después de esa derrota
electoral, Cortés se vio involucrado en un juicio por defraudación al Estado.
Durante el gobierno de Carlos Menem, él y otros sindicalistas recibieron
subsidios por valor de 2 millones de pesos/dólares destinados al quebrado
sanatorio ARBOS, que finalmente desapareció sin que se rindieran cuentas.
El 7 de abril de 2014, el
Tribunal Oral Federal de Roca lo condenó a 4 años de prisión junto con otros
implicados, pero después de un año en prisión en Esquel y un recurso presentado
ante la Corte Suprema, la condena fue anulada. Los jueces argumentaron que el
proceso judicial no había respetado la garantía de un juicio en un plazo
razonable. Los abogados de Cortés argumentaron que el proceso duró 15 años,
duplicando el tiempo previsto por ley.
La causa ARBOS se originó en
una estafa a la administración pública en 1999, cuando los sindicalistas
gestionaban el sanatorio. La investigación comenzó en 2002, las citaciones a
indagatoria ocurrieron en 2003, las requisitorias para la elevación a juicio en
2006 y la citación a juicio en 2008. La condena se dictó un mes antes de que
prescribiera la causa y se confirmó en febrero de 2016.
Liberado después de su
anulación de condena, Cortés regresó al sindicato y, en un giro inesperado, se
postuló como candidato a vocal de la Cooperativa Eléctrica de Bariloche,
representando al barrio donde reside.
Llegó a la candidatura a
intendente casi sin demasiadas expectativas iniciales hasta que comenzó a
recorrer los barrios y forjar una campaña cara a cara, que evidentemente tuvo
su efecto el domingo último.

12 diciembre 2025
Río Negro