La renuncia de la subsecretaria de Turismo de Río Negro, Marisol Martínez, puso en evidencia las dificultades que atraviesa la Agencia de Turismo (ATUR) para consolidar su funcionamiento y definir una agenda coordinada con el área estatal y el sector privado. Su dimisión, presentada en los últimos días, dejó al descubierto desacuerdos en las formas de trabajo y en la estructura organizativa que tomó forma desde la creación del nuevo ente.
En declaraciones oficiales, Martínez sostuvo que su salida responde a “motivos profesionales” y a una “mirada más territorial”. Sin embargo, fuentes vinculadas al área señalaron que la funcionaria, con experiencia previa en la actividad turística desde Las Grutas, no coincidía con la dinámica impulsada por la Agencia ni con la centralidad que tomó su figura ejecutiva. Entre los cuestionamientos que trascendieron se menciona que la dirección de la ATUR está radicada en Buenos Aires, desde donde opera su titular, Diego Piquín.
La Agencia fue creada hace un año con el objetivo de articular políticas públicas entre el Estado y el sector empresarial. Su implementación plena, no obstante, se demoró: el cargo de director ejecutivo fue designado recién en agosto y la Legislatura debió aprobar una prórroga para su funcionamiento. Con la incorporación de Piquín —ex director ejecutivo del Emprotur Bariloche— comenzaron también los primeros contrapuntos con quienes venían ocupando funciones en la estructura ministerial previa.
En el ámbito estatal sostienen que, desde la creación de la ATUR, se redujo el trabajo territorial y se desdibujó la definición pública de políticas turísticas. Según fuentes del área, la nueva dinámica no permite continuar con metodologías desarrolladas durante los últimos años y limita la capacidad de acción de los equipos técnicos. “No se deja ayudar”, es una de las expresiones que circula entre trabajadores, profesionales y funcionarios que mantienen reserva.
La nueva estructura prevé que la ATUR concentre acciones de promoción, difusión y coordinación público-privada, mientras que el área estatal residual quede abocada a tareas de fiscalización y control. Pero ese esquema aún no logró consolidarse plenamente. Las diferencias metodológicas y la distancia operativa —con la dirección ejecutiva radicada fuera de la provincia— aparecen como parte de los factores que complejizan la articulación.
La renuncia de Martínez se convirtió así en el primer síntoma visible de una tensión que venía creciendo. La situación abre interrogantes sobre la capacidad de la Agencia para afianzarse en su rol estratégico y sobre el lugar que ocupará el Estado en la definición de las políticas turísticas de Río Negro en adelante.

10 diciembre 2025
Río Negro