"Argentina: Un país sin Acuerdos no es posible"

Opinión: Ignacio Somorrostro

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Por Ignacio Somorrostro*


A veces me pregunto: ¿cómo puede crecer un país? ¿Qué hace falta para que la gente viva mejor? No hay magia, ni discurso que lo arregle. Hace falta trabajo, inversión, y un Estado que acompañe —no que asfixie—.

Pero hoy en la Argentina, las discusiones se ahogan en ideologías vacías y chicanas de café. Nadie debate ideas, todos defienden kioscos.

Si al menos pudiéramos discutir —en serio— liberalismo, conservadurismo o socialismo, tal vez encontraríamos acuerdos que nos den rumbo. Pero preferimos pelearnos en lugar de construir. Y sin embargo, el camino está a la vista: más inversión productiva, más exportaciones, más valor agregado.

Hace casi veinte años que exportamos lo mismo —granos y poco más— mientras el mundo cambia a una velocidad que nuestras leyes ni sospechan.

Tenemos la posibilidad de triplicar nuestras exportaciones en cinco años, gracias a Vaca Muerta, la minería y el campo. Pero sin seguridad jurídica y baja de impuestos, nada de eso será posible.

Mientras el dinero es digital, la inteligencia artificial revoluciona el trabajo y las empresas producen desde cualquier lugar del mundo, nosotros seguimos con leyes escritas en 1950. Así, ninguna Vaca Muerta alcanza.

El país necesita acuerdos, no conspiraciones.

Hoy tenemos un gobierno débil, una oposición golpista y una sociedad cansada. Ningún país prospera con ese cóctel.

Y no se trata de elegir entre China o Estados Unidos, ni entre populismo o mercado.

Se trata de elegir progreso. Somos parte de la cultura occidental: la del esfuerzo, la ley y la productividad. Si seguimos dudando de eso, seguiremos discutiendo ideologías mientras otros firman contratos.

En Río Negro también se juega este debate. No se trata solo de bancas, se trata de destino. Necesitamos representantes que defiendan la provincia con solvencia y convicción, no con slogans.

El desarrollo de Vaca Muerta no es un milagro: es fruto de políticas coherentes con la libertad económica.

El futuro no se construye con consignas, sino con coraje y visión.

Y si alguna vez queremos volver a crecer, tenemos que recordar lo que decía Adam Smith: “No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que esperamos nuestra cena, sino de su propio interés.”

Y tenía razón. Cuando el esfuerzo personal vale la pena, el país crece solo. Argentina puede salir adelante. Solo tiene que dejar de ponerse el pie encima.

*Vecino de Viedma

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