La liberación de Bernardi dejó más dudas que certezas

El ex juez fue liberado el 31 de diciembre

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Dos años y diez meses es lo que estuvo detenido el ex juez Juan Antonio Bernardi en la comisaría de Cubanea. Recibirá el 2020 en libertad e independientemente de las razones que llevaron a los jueces Adrián Dvorzak, Shirley González e Ignacio Gandolfi la pregunta que queda flotando es si la Justicia es verdaderamente justa.

Bernardi fue acusado de promoción de corrupción de menores y condenado por ello. Durante el lapso que pasó en prisión tuvo buen comportamiento, tuvo salidas transitorias y cumplió con los requerimientos, hizo cursos on line que le favorecieron en su evaluación final, pero siempre dijo ser inocente y, por lo tanto, nunca mostró arrepentimiento.

Otra pregunta, contrafactica quizá, es si la Justicia mide realmente con la misma vara a todos los ciudadanos judiciables. Bernardi no era cualquier persona frente a la Justicia, era un juez de la Provincia, de una supuesta imagen proba públicamente e incluso amigo de varios integrantes del Poder Judicial rionegrino, incluso con buenas llegadas a políticos que otrora ostentaron poder. Entonces, ¿se lo mira igual? ¿Se lo juzgó y condenó de la misma manera que otro ciudadano que no pertenece a la “casta judicial”? Porque, en todo caso, hay que decir que el otro que fue enjuiciado junto al ex juez, el ex empleado de Bernardi, Julio Antueque, fue condenado por facilitación de corrupción de menores y facilitación de la prostitución infantil a 12 años de prisión, siete más que Bernardi. En ese enmarañado entramado, el empleado se llevó la peor parte.

Los jueces han tenido elementos, es verdad, pero no es menos cierto que queda flotando en el aire una sensación de injusticia, de insuficiencia.

 

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