El fenómeno de las leyes por diagnóstico en salud mental: en particular ley de autismo en los tiempos hiperactivos.

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Un proyecto de ley de estas características se inicia a pedido de grupos de padres preocupados por la salud de sus hijos para obtener una protección Integral, demanda por demás atendible. Esto nos pone verdaderamente en una encrucijada: ¿CÓMO RESPONDER Y ALOJAR DEL MEJOR MODO ESTE PEDIDO estando debidamente advertidos de que hacerlo de cualquier modo, determina políticas de infancia que afectarán la vida de los sujetos-niños?

Del único modo que lo creo posible es escuchando, escuchar a los padres, a las madres, a la familia entera, pero también escuchar a los profesionales que abordan seriamente la temática, que investigan y creen que hay un sujeto-niño más allá de las características especiales que cada uno pueda tener.

Podemos observar una serie de diagnósticos en relación a la infancia guiada por un manual de clasificación de enfermedades mentales, construido por la vía de los consensos y las estadísticas (DSM). Así vemos que hay niños inquietos, niños con dificultades en el aprendizaje, niños soñadores, niños que presentan diferentes conflictos y son unificados en una sigla. De este modo, hay un conjunto de enunciados descriptivos que se terminan transformando en enunciados identificatorios y que llevan a que un niño sea catalogado por los síntomas que presenta perdiendo así su identidad. Se pasa de "tiene tics" a "es un Gilles de la Tourette" o de "tiene conductas compulsivas y reiteradas" a "es un TOC". En vez de preguntarse por qué un niño está triste, se habla de un trastorno bipolar; en definitiva se le coloca un título con el que son estigmatizados niños que presentan diferentes características.

Las clasificaciones no son inocuas, la medicalización generalizada y el uso de instrumentos diagnósticos como el M- CHAT (cuestionario para padres), anulan el necesario tiempo de comprender qué permite ubicar en su justo lugar el síntoma del sujeto-niño, su padecimiento singular, degradando el valor de la palabra.

Ser demagógicos en este tipo de temática no sólo habla de desconocimiento sino de irresponsabilidades que repercuten seriamente en la salud de nuestros niños.

 

 

 

 

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