Con una operatoria particular, los canoeros ajustan a la capacidad de su embarcación la posibilidad de carga y la disposición de la mercadería. Se ve aún de madrugada iniciar la peregrinación de espíritus trashumantes hacia el lugar de cita para una venta que -se sabe- será sumida en el acto del regateo. En el ápice de la convocatoria conviven en mosaico múltiples anónimos apreciados como un todo mercantil de surtido delicado, que crea una combinación dinámica de colores y texturas.

Los olores, muy peculiares, responden a hebras, a frutos, a flores. A cestos de mimbre y bolsas de arpillera, a granos de cereal intempestivos junto con selectas fragancias que visten a los visitantes del canal. El salpicado de compartimentos unipersonales se disipa sobre el agua, cuando un calentador a gas cuece pescado y las cañas de bambú son el elemento con que ofrecer el producto entre las canoas.

Éste tipo de tranza ocurre en ciudades cuya estructura de conductos abiertos sirve a la navegación informal. Para participar se requiere de un bote de alquiler puesto que el paseo se adentra en los canales hasta encontrarse parte del enjambre.

Para los gustosos de la comida tailandesa, en proximidades de Bangkok el reconocido Damnoen Saduak es el fenómeno de la “Venecia del Oriente” que se erige como uno de los mercados más preponderantes, y aunque en ocasiones se le tilde peyorativamente de turístico, el negocio flotante es un hecho. Espectáculos de cobras trascienden en las márgenes de los canales, mezclado con quien adquiere un traje típico o figuras decorativas.

En México se ofrecen cantos con mariachis mientras se fluye a bordo de las vistosas “trajineras”, embarcaciones para el paseo en grupo por aguas poco profundas, en tanto Ámsterdam sigue la tradición de su mercado flotante copado por flores. Aquí las plataformas se distinguen haciendo primar un estilo que repara en la estética y el gusto por el orden.

A pesar del pintoresco de la escena, la exitosa afluencia de visitantes responde a una vivencia genuina, por fuera de cuánto desnaturalizada la torne el desfilar de turistas en sus excursiones vacacionales.

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