Cuidados en turismo sobre las prácticas de observación

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Las restricciones a la observación también encontraron su lugar. Es conocido que muchas obras fuertemente apreciadas no permiten la ejecución de flashes fotográficos, evitando los daños favorecidos por los shocks de luz reiterados. Un ejemplo lo constituye la Capilla Sixtina: los museos vaticanos se resguardan con un estatuto de visita. Es obligatorio entregar al ingreso  paraguas, mochilas, trípodes para cámaras de fotos, herramientas metálicas. Mismo los museos se diagraman de forma especial para que la cercanía de las personas no interfieran en el proceso de conservación de las piezas, protegiéndose las obras con vidrios frontales y otras con sistemas de alarma para que no puedan ser alcanzadas. Una curiosidad, el acceso a los Museos Vaticanos, a la Capilla Sixtina, a los Jardines Vaticanos y a la Basílica de San Pedro sólo será permitido a los visitantes vestidos con decoro, prohibiéndose la portación de gorras, prendas sin mangas, pantalones cortos y minifaldas.

Para los huéspedes de Treetops, en el Parque Nacional Aberdare de Kenia, las acciones prohibidas son estrictas, pudiendo practicar safaris sólo dentro de los corredores habilitados para descansar y observar la fauna, con la particularidad de que éstos estiban sobre las copas de tres frondosos árboles. Los visitantes, en altura para no ser alcanzados por la fauna salvaje, no pueden fumar, escuchar música, usar el flash ni elevar la voz. En lo que respecta a los sistemas biológicos, contar con áreas de amortiguación cobra un valor superfluo de cara a una intromisión al medio con pretensiones de sustentable. En ésta línea, los senderos del Parque Nacional Galápagos – Ecuador –  son continuamente monitoreados en busca de manifestaciones de degradación por pisoteo, formación de grietas, contaminación por graffitis y fogatas, introducción de especies.  Y en correlación a ésta medida, ese país impuso en 2012 regulaciones a la circulación de embarcaciones hacia el archipiélago. La delimitación de nuevas rutas trajo consigo la reducción de frecuencias de cara a bajar los niveles de consumo de combustible y emisión de tóxicos. A partir de febrero de ese año se permite a los cruceros atracar sólo durante cinco días.

El instinto de preservación hace pensar en la necesidad de éstas medidas por coartar el avance de las personas hacia el medio visitado. Las administraciones de los casos mencionados saben de ello, y se valen de las normativas vigentes para la ordenación de contingentes en un espacio frágil. También son para el turismo las limitaciones de uso, actividad que movilizó a 1.087 millones de viajeros en 2013 según los registros oficiales de la Organización Mundial del Turismo.

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