Para ello bastan un par de consideraciones: nuestro consentimiento y un instante cualquiera. La acción de “linkear” nos hace turistas, desde que reparamos en una fotografía o logotipo que llama a la atención. Y si los buscadores online acompañan con sus traductores, las barreras idiomáticas tampoco son impedimento para rehusarnos a emprender el viaje. Nos vemos alentados a descubrir: somos visitantes informáticos. Los soportes web de los Tour-operadores y los sitios institucionales de los entes de gobierno nos hacen catadores de sus atractivos y servicios, para que ideemos un plan a medida de nuestras preferencias. Y en contrapartida, ellos se vuelven anfitriones ansiosos por desplegar sus habilidades y mostrar sus encantos. Recaban sugerencias e ilustran con agrado la batería de sensaciones que aguardan ser vivenciadas.
Y de momento, sólo resta hacernos de la decisión de visitar, para que un fin de semana corriente constatemos que hay mucho que compartir. El turismo se ha profesionalizado en pos de ofrecer experiencias sensoriales que trasciendan la postal. Para ello estamos aquí, en red, globalizados, mientras el territorio y las sociedades mutan, reaccionan. En la medida que podamos ser partícipes, haremos del turismo una actividad que exceda la mera cuantificación de remesas económicas, para ir al encuentro del folclore que hay detrás de cada proceso de hibridación cultural.
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3 octubre 2015
Haciendo Turismo