Sin embargo, los orígenes están todavía antes. Y tiene que ver con el germen que se inició en los talleres de Construcciones Portuarias, que estaban ubicados en La Boca, Ciudad de Buenos Aires, y que dependían del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de entonces. Y es que fueron los trabajadores estatales de las Vías Navegables de nuestro país quienes empezaron a juntarse para decidir cómo organizarse, dando paso a otros sectores que comenzaron a nuclearse en torno a ellos.

Como narra su historia “en el ya mítico Teatro Verdi de la Boca, más de un centenar de herreros, carpinteros, mecánicos, torneros, peones de patio y fundición, electricistas, albañiles, marineros y foguistas de las dragas se juntaron y fundaron una organización para la defensa de sus intereses. Un compañero llamado Álvarez se paró y propuso un nombre: Asociación de Trabajadores del Estado”. Comenzaba así a construirse la experiencia histórica de los trabajadores del Estado.

Lo cierto es que la trayectoria del Gremio constituye un importante legado para todas las generaciones, con grandes hitos a través de los años, como fue la su recuperación tras la dictadura genocida. 

En su largo recorrido no se conformó con los reclamos meramente reivindicativos. Queda sentado que “desde su origen los compañeros fundadores dedicaron esfuerzo a la promoción de la lectura, la prensa propia, la creación de bibliotecas, la organización de conferencias y charlas y, con el tiempo, programas de radio”. Pero sobre todo, ATE siempre fue un paso más allá, sabiendo que la batalla era más amplia si se quiere lograr una patria justa y soberana.

Así sigue hasta hoy, dando la pelea en todos los rincones del país por la igualdad y la justicia social para un pueblo feliz.