Proponemos un gobierno para todos

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No es posible pensar y proyectar ese desarrollo si no se hace el esfuerzo de romper con el círculo de dependencia que tienen los gobiernos respecto a las corporaciones económicas, y también políticas, que han impedido la liberación de las energías necesarias para favorecer la inclusión y el desarrollo.

Esas corporaciones económicas han cooptado, a lo largo de nuestra corta historia, los mecanismos de definición acerca de qué políticas públicas se implementan y ello ha generado un creciente proceso que retroalimenta la desigualdad social, económica y productiva. Y en esa situación tienen gran responsabilidad, y cierta complicidad, algunos sectores políticos que no han querido o no se han animado a rechazar esa injerencia.

Esa despreocupación de los gobiernos por la equidad y la autodeterminación también tiene un efecto arrasador sobre la institucionalidad, la democracia y los derechos sociales y humanos de los rionegrinos. Casos impunes, violencia institucional, insubordinación y autogobierno de las fuerzas de seguridad, Jueces con graves inconductas o directamente imputados penalmente, ausencia de políticas sociales para los sectores más vulnerables, narcotráfico, corrupción, son todos productos de un gobierno del Estado subordinado a intereses que nada tienen que ver con su esencia.

Por eso no debe extrañarnos que la fruticultura sea manejada por un pequeño puñado de empresas exportadoras, destruyendo a los pequeños y medianos productores; el sistema público de salud es pauperizado adrede para favorecer a las federaciones de clínicas mercantilizando el sistema; el turismo es planificado por 4 o 5 empresas concentradas a miles de kilómetros de distancia; la explotación hidrocarburifera se permite y promociona a la par que se relajan los mecanismos de control económico y ambiental, la política ganadera es manejada por sus propios dueños, y así podemos continuar con todas y cada una de las actividades económicas y sociales.

En síntesis, creemos necesario correr los límites de lo posible y también de lo imposible, y eso requiere fortaleza en la convicción de que para construir un gobierno para todas y todos se debe romper con los lazos que limitan el desarrollo. Esos lazos son, sin dudas, los intereses de las corporaciones que moldean un Estado ausente y sesgado en su acción al fortalecimiento de los más poderosos.

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