Los testigos, que pidieron reserva de identidad, precisaron que donde más se observar el avance edilicio es proximidades de un paraje denominado el “Nido del Pingüino”.
La queja es porque instalaron un cerco e incluyeron una porción de la playa, y además porque ocuparon un camino que se utilizaba para transitar con vehículos.
Toda la zona costera, donde el paisaje es bellísimo, estuvo incluida en un conflicto judicial entre la familia Tarruella y el municipio local.
En total eran cerca de 250 hectáreas, pero en 2013 tras arduas negociaciones las partes alcanzaron un acuerdo que estableció que el 65% de las tierras serían para el municipio (170 hectáreas), y el restante 35 para los Tarruella.
En los últimos años de la causa el juez Fermín Donate (alrededor de 2006) dispuso una medida de no innovar con el fin de que no continúen las obras que se levantan en el sector hasta que se resolviera la cuestión de fondo, pero no se cumplió.
No hubo control, a pesar de que para llegar al lugar hay un solo camino de arena y ripio, que el mismo municipio se ocupó de acondicionar.
De hecho desde la costanera del balneario se puede observar hacia el sur innumerables construcciones con vistosos colores.
Ya es un barrio que se extiende a lo largo del margen marino, e incluso en una parte se trazaron calles.
En su mayoría son enormes viviendas que denotan el poder económico de sus propietarios.
FUENTE: El Mallín
22 octubre 2019
Interés General